30 noviembre, 2021
Escenario y albergue de medinas, palacios que parecen sacados de película e increíbles paisajes de palmerales y vastos desiertos con dunas perfectas sobre las que contemplar en silencio cómo se pone el sol. Con plazas que no se apagan un solo minuto y olas golpeando un fortín de casas blancas. Con playas de postal que abrazan la mejor luz de África y escaleras de barro por una kasbah de película. Así es Marruecos, y uno de los recorridos imperdibles es visitar sus famosas ciudades imperiales:
1. Marrakech:
Entre sus murrallas, se encuentran caminos que llegan todos a un mismo lugar, la Plaza Jemaa el-Fna que se va transformando a cada minuto para convertirse en uno de los mayores espectáculos del mundo.
La vida de este lugar, alumbrado por la fastuosa mezquita Koutoubia facilita un encuentro shows callejeros (sacamuelas, echadores de cartas, encantadores de serpientes, monos de la berbería, vendedores, predicadores, echadores de cartas, bohemios) digno de presenciar y quedar maravillado por todo lo que allí sucede. Se puede observar desde la barrera tomando un tradicional té marroquí o entrar de lleno a ver los shows, nombrado Patrimonio Inmaterial de la UNESCO y que se repite todos y cada uno de los días.
Marrakech funciona perfecto como punto de partida y base para complementar con excursiones al desierto.
2. Fez:
No solo considerada como la más grande del mundo musulmán, sino también una de las más autenticas. Desde sus tumbas antiguas benimerines, se puede ver la red de calles y callejones que no terminan en ninguna parte y parecen haberse quedado varadas en un tiempo lejano.
Sus improvisados bazares chocan con las puertas de auténticos palacetes y lujosos riads; y es que definitivamente Fez en su conjunto, parece escenario de Aladino o Las Mil y Una Noches, en donde perderse es una verdadera fortuna, porque se terminan descubriendo lugares mágicos.
3. Casablanca:
Un clásico punto de entrada a Marruecos tanto por aire como por mar, cuenta con un puerto está preparado para la llegada de cruceros. Y muy bien comunicada por tren con ciudades como Marrakech, Fez, Meknés o Rabat. Se puede llegar a la propia Marrakech en carro en apenas 2 horas, siendo una de las excursiones predilectas que hacen quienes van a pasar unas horas en la ciudad.
Casablanca, que con sólo pronunciarlo se puede recrear al romanticismo en blanco y negro que la hicieron famosa por ser escenario de varias películas del siglo pasado; que, hoy día, existe un motivo más que razonable para visitar esta ciudad. Se trata de la Mezquita de Hassan II que, aunque de finales del siglo XX, conforma uno de los complejos islámicos más hermosos del continente africano. Está levantada sobre el mar en una península artificial, cuenta con un minarete gigantesco de 172 metros de altura y sólo le supera en dimensiones el santuario sagrado de La Meca. Una maravilla en la que intervinieron algo más de 10.000 artesanos del país para trabajar los techos, paredes y columnas con materiales de primera calidad.
4. Rabat:
Aunque es la capital de Marruecos, no es tan famosa como Marrakech. Rabat es la menos visitada de las ciudades imperiales, pero es una de las más sorprendentes y apetecibles para quienes la visitan. En la orilla del río Bu Regreg, en su punto de desembocadura al Oceano Atlántico, surge una pequeña medina de casas blancas cargada de autenticidad, carente de turistas y con pequeñas tiendas.
Una de las visitas imprescindibles de Rabat es la Torre Hasán, un minarete del siglo XII pensado para ser uno de los más grandes del mundo islámico y que nunca fue terminado. A su lado se ubica la tumba del Rey Mohammed V. Pero Rabat posee mucho más, como la Kasbah de los Oudayas, en cuyo interior las casas blancas y azules recuerdan a las de Chaouen o Asilah. O a las afueras Chellah, un antiquísimo asentamiento romano habitado ahora por centenares de cigüeñas practicando su particular crotoreo.
5. Meknès:
El Sultán Mulay Ismaíl hizo trasladar la capital de Marruecos de Fez a Meknès en el año 1675, levantando una muralla con un perímetro de 40 kilómetros y un inmenso palacio en el que residir. Representa a la perfección “un complejo urbano y arquitectónico de una capital magrebí del siglo XVII” así como por la “armonía de diseño y planificación islámicos y europeos” la UNESCO lo incluyó también dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad, al igual que las otras ciudades imperiales de Marruecos.
El mausoleo de Mulay Ismaíl, es una de sus joyas, al igual que la gran puerta Bab Mansour, así como las tres madrasas visitables con las que cuenta la ciudad.
6. Volubilis
Esta ciudad fundada por los cartagineses en el siglo III antes de Cristo alcanzó su máxima prosperidad cuando pasó a manos romanas y se levantaron los principales monumentos que hoy día se pueden ver dentro de un inmenso complejo de ruinas protegidas también por la UNESCO.
Con el terremoto de Lisboa de 1755 quedó destruida y muchos de sus edificios fueron saqueados para levantar una nueva Meknés, posee restos de gran importancia como la Basílica y el Templo de Júpiter, el Foro que vertebraba por completo la ciudad, unas antiguas termas, un arco dedicado al Emperador Caracalla (el de las famosas termas que hay en Roma) y una espléndida colección de mosaicos que se convierten en el objetivo de los viajeros que visitan la ciudad. Es una excursión típica desde Meknès, aunque también se suele hacer desde Fez.
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